Gracias a todos por sus emails y comentarios. El primer libro de El Ejecutivo Surfista lo comencé a escribir en el 2002, al terminar una gira por Centro America y Caribe entrenando la fuerza de ventas de Compaq Computers International con el modelo Extreme Selling. el personaje Frank Skylar fue inspirado por un CEO del área IT, de Peru. Un gran tipo, me llevó a surfear a Cerro Azul junto con un VP de Citibank. (Cerro Azul es una izquierda legendaria, uno de tanto points de surf inmortalizados en la canción Surfing Safari de los Beach Boys).
10 años después realice algunas actualizaciones y cambios en la historia. El segundo libro ya avanza hacia otras áreas de crecimiento y otros puntos en le planeta. La búsqueda de salidas a una crisis lleva a nuestro héroe a buscar respuestas, buscar al ejecutivo Surfista y a un artista místico expersionista en la Costa Vasca, las catedrales góticas de Francia y el Océano Indico. Espero que esta también les guste.
Capítulo 1: Rincón, Puerto Rico
El camino a Rincón, por la carretera que bordea la costa norte de la isla de Puerto Rico es una sinfonía de verde a ritmo latino. Tres horas de carretera bajo un sol caribeño por el corazón de ésa increíble y exuberante isla donde el norte encuentra al sur en el nirvana del trópico.
En las puertas del Hotel San Juan en Isla Verde, la camioneta negra esperaba al hombre de negocios que había contratado sus servicios para el traslado. El aura de energía del callado ejecutivo prometía buena propina para el conductor. Con elegancia el pasajero le entregó la dirección precisa del destino y aseguró apropiadamente una tabla de surf al techo de la camioneta: una tabla blanca, de 7 pies, 8 pulgadas de tamaño, con un rayo rojo como único logo, creada por Gerry López, el maestro zen de la famosa ola tubular Banzai Pileline en Hawaii.
Llegaron al pueblo de Rincón desde el sur y el primer vistazo de la playa Marias fue el de líneas perfectas de olas reflejando el sol de la mañana. Jose Angel Navarro, se bajó de la camioneta negra, se quito sus lentes oscuros, y sonriendo dijo: “es todo lo que prometieron que sería”. El conductor interpretó el mensaje, éste no era un hombre de negocios común, éste era surfista.
Las Cabañas de Ted era el lugar elegido. Las 4 cabañas de madera quedaban esparcidas dentro de un jardín tropical a 2 cuadras de la playa de Puntas, suficientemente cerca de las famosas puntas de surf como para llegar a pie, y suficientemente lejos para despegarse del mundo. Aquí podría relajarse, escribir, diseñar el material para el nuevo su próximo evento, mantenerse en contacto con sus clientes y surfear a su antojo. Ese era el plan. 4 días de despegue total, sin presión, pero con mucha pasión para dedicarse a lo que en ese momento era realmente importante.
Había viajado con la Gerry Lopez, pero si deseaba algo más clásico o más radical, La Posada Surf and Board quedaba a media cuadra subiendo por la colina, famoso por su clientela selecta de viajeros surfistas, dónde podría alquilar un buen longboard por los 4 días. El viaje tenía todos los elementos para ser una explosión de creatividad y adrenalina. Pura vida.
Jose Angel se sintió en casa de inmediato. Se despidió amablemente de su conductor y lo envió de regreso a San Juan. Sentía una elación líquida con éste tipo de aislamiento; una extraña libertad, acelerada por el crecimiento de su nuevo proyecto personal. Sólo estaba a un año de aquel legendario viaje a Cuyagua y ya había recorrido más de 85000 millas entre Caracas, Lima, Ecuador, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Miami y ahora Puerto Rico. Era dueño de su tiempo y decisiones, ahora como CEO de Navarro Consulting Group.
Entró a una profunda estructura meditativa a medida que enceraba con movimientos circulares la tabla Gerry López en la grama húmeda del jardín de su cabaña- El sol de la media mañana picaba, su energía penetrando cada molécula de su cuerpo. Esto era lo que se sentía al entregarse a la aventura personal de vivir. Atrás quedaron las fuerzas que lo mantenían conectado a “la firma”, esa línea de vida imaginaria que permitía satisfacer las necesidades de seguridad y reconocimiento. Ahora no había a quien reportar, cero política interna, tampoco había excusas. Tomó su tabla, cerró la puerta, escondió las llaves y comenzó la larga caminata hasta la punta de Marías.
Había que recorrer la playa de Puntas y remontar la colina para llegar a Marías. Eran unos cinco kilómetros desde las cabañas. Optó por tomar el viejo camino de la costa. Fue una caminata placentera por el antiguo riel del ferrocarril abandonado utilizado en los 1800 para transportar materiales de construcción. El camino del tren bordeaba el cerro dando cómo lindero derecho, el inmenso Mar Caribe en su punto de contacto con el Océano Atlántico. Al pasar por la punta de la isla vislumbró las olas de derecha, producto de frentes fríos del norte, que arropaban la esquina noroccidental de Puerto Rico. Los tres points legendarios iban de derecha a izqueirda: El Majestuosos Rincón bajo la mirada del Faro de Punta Higuero, luego, dándole un toque post apocalíptico al paisaje, Domes, denominada así por la estructura sesentosa del reactor nuclear abandonado, y por último, la Punta de Marias, el punto clásico por excelencia recibiendo olas perfectas, resplandecientes, de buen tamaño reventando en 3 áreas claves, las tres Marías, todo bajo un intenso cielo azul cobalto, completamente despejado de nubes, otro sueño hecho realidad. Jose Angel empezaba a creer todo aquello de “manifestar realidades con los pensamientos.” Realidad que verificaría al entrar al agua.
La sesión de surfing fue como muchas anteriores en una playa desconocida. Recién había estado corriendo olas en Costa Rica y estaba en excelente forma. Con sagacidad y cuidado Jose Angel remó mar adentro desde la playa, hasta alinearse con la ola de derecha que rompía casi frente a la planta nuclear, allí evaluó la situación. Las olas eran poderosas y largas, un grupo altamente compacto dominaba la punta. El grupo de locales era sumamente territorial y hasta agresivo en cuanto a compartir su punto predilecto, así que, retractarse o caerse en la ola era inaceptable para un “invasor” (en la jerga surfista). Jose Angel debería ganarse el respeto de la tribu local si deseaba correr éstas olas, o tendría que conformarse con las olas de segunda abajo en Wilderness. En Surfing no hay certificados ni medallas ni posiciones, es una dinámica completamente Darwiniana.
Con 6 remadas fuertes, Jose Angel tomó su primera ola en Rincón- una pared aguamarina que centelleaba en el sol de la mañana. Podía ver claramente el banco de coral a través del agua cristalina mientras alineaba su tabla al ritmo de la ola. Jose Angel ejecutó un cruce en la parte baja el cual lo propulsó por la cara hasta pegar con elegancia la cresta, regresar al tope y volver a atacar la cara por otros cien metros más. Una serie de cruces, vueltas y secciones de túnel interminables siguieron. La sensación era increíble. Pura Vida era lo único que cruzaba por su mente, mientras volvía a remar en dirección del punto quiebre, haciéndo sentir su presencia en este segmento de costa olvidada en el tiempo. Jose Angel estaba encendido.
Trabajar en este ambiente era el cielo. Desde su porche podía respirar el verdor de la montaña combinado con la brisa marina. Las ideas se plasmaban en realidad con velocidad asombrosa mientras diseñaba cada visual, cada gráfico en el programa keynote y cada página del manual que había venido a revisar. La sesión de surf demostró ser una vez más una actividad que disparaba energía y creatividad. Jose Angel tomó unos minutos para contemplar la tarde, sonreír, y dar gracias por esta maravillosa escena. Sólo importaba el momento. Se acordó de uno de entre tantos aprendizajes del Ejecutivo Surfista: “solo existe el momento, la entrega al momento es lo que hace de tu vida una de valor, de agradecimiento continuo, de pasión, de felicidad… enfocarse al pasado no tiene sentido ya que no existe, enofocarse al futuro es vivir en una ilusión contínua. Es en el ahora donde tienes control, sobre lo que haces, sobre cómo te comportas, eres lo que quieres lograr sólo en el momento, fija tu rumbo y entrégate al proceso de vivir…”
Todo lo que necesito está dentro de mi, pensó en reflexión. Esta era otra aventura, viajando solo, libre, surfeando hasta el cansancio, todos los gastos pagos por Microtech International, su cliente número uno. “Es bueno ser el rey” se dijo a si mismo sonriendo.
Al dirigir su mirada a la pantalla de su laptop, Jose Angel se conectó con la razón por la cual había llegado hasta este remoto paraje. Microtech había contratado sus servicios para entrenar a su fuerza de ventas en Latinoamerica y el Caribe. Había concluido el primer ciclo de programas de ventas y ahora quedaba darle los toques finales a la segunda fase que contemplaba el nuevo seminario de Negociaciones Extremas. Todo estaba listo para comenzar a dictarse el miércoles y jueves entrante en San Juan ante 350 profesionales de venta hambrientos de aprendizaje en la gran sala del Hotel Marriott en el Viejo San Juan. Todavía no tenía el proyecto terminado, faltaba diseñar el material de apoyo y tenía que ser algo extraordinario, había altas expectativas.
Jose Angel calculó que 4 días serían más que suficientes. Para el lunes podría enviar el PDF a Fedex Kinkos en Isla Verde, pasar el resto del domingo y lunes surfeando y recoger el material de apoyo el martes en viejo San Juan. Miércoles estaría listo para la entrega.
Por horas permitió desplegar ideas, revisando sus notas, escribiendo discursos que se transformaban en lecciones y que se plasmaban en pantallas de Keynote y Power Point. La presentación tenía un diseño zen contemporáneo, cada visual, una obra de arte. Cuidadosamente planificó cada actividad, seleccionando con criterio quirúrgico la banda sonora del evento. Era en estos estados de completa fluidez que Jose Angel realizaba su mejor trabajo. La caída del sol y el retornar de los pájaros interrumpieron pacíficamente al joven consultor al sorprenderse de la hora.
Al preparar el cierre de este magno evento, se dio cuenta de la falta del elemento crítico. Era la pregunta que continuamente se hacía y que todavía no lograba transformar en algo replicable, y coacheable. Por más de 10 años había compartido herramientas de venta desde lo técnico. Pero faltaba la respuesta a las preguntas. ¿Cuál era ese elemento que permitía la estructura aparentemente innata que lograba un acuerdo donde ambas partes ganaban y se generaba un gran negocio?
¿Cuál era el estado emocional de aquellos vendedores de alto rendimiento en comparación con el inmenso porcentaje de profesionales de venta que simplemente sobrevivían el año?
La respuesta a estas preguntas abriría los compartimientos del saber para aprender no solo a ganar negocios sino a lograr la plenitud en lo personal. Cada vez que se topaba con este reto, sin darse cuenta, se enfocaba a otra actividad. Era como un swiche que lo sacaba de la fluidez del tiempo en KAIROS a la rutinaria estructura del tiempo lineal CHRONOS. Recordó las palabras de Yogi Berra y sonrió.
“Si no sabes a dónde vas, terminarás en otro lado”
Jose Angel aprovechó el coaching de El Ejecutivo Surfista para sacar adelante su empresa. Hizo el trabajo con pasión, desde el registro hasta la puesta en marcha de sus nuevas oficinas en Las Mercedes y Miami. Diseñó la empresa para que fuese completamente consonó con los valores que resonaban con su propia vida y lo que consideraba correcto. Arte, Música, Creatividad, Diversión, Trascendencia, Salud, y Surfing eran los principios por el cual se regía la pequeña firma consultora.
Todo era una aventura, cada día eran experiencias fascinantes, cada cliente, un nuevo reto, un salto cuántico de enseñar técnica, fórmulas y procesos, a coachear para modelar estructuras de pasión, compromiso, y entrega. Este era otro terreno, nuevo, inexplorado y en alta demanda por el mundo corporativo. En poco tiempo había logrado el reconocimiento del mundo empresarial. Suspiró, cerró el laptop y comenzó a enfocarse en la tarde de ese viernes 31 de Octubre.
Al caer el sol, el área alrededor las cabañas se tornaba oscura por los arboles que la rodeaban. La luz de la luna llena iluminaba la calle entre las sombras dándole un toque misterioso a la nueva base de operaciones. Territorio de vida salvaje, chupacabras y otros seres de la mitología de la isla. Sobre el sonido de las ranas coquis, escondidos en el follaje, se escuchaba una melodía familiar.
Reconoció la canción Hope de Jack Johnson, con ese ritmo de reaggae playero,
“You better hope you’re not alone
You better hope you’re not alone”.
La música provenía del restaurant The Landings, a escasas cuadras, este nuevo elemento junto con la brisa marina y los aromas del enclave caribeño fueron suficientes motivos para que Jose Angel decidiese cerrar la cabaña y salir a aventurarse por la noche de Rincon. “el viaje lo toma a uno..:” pensaba en la frase de Steinbeck al caminar bajo los árboles, rumbo a otra aventura.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=DCYq46ElDQI&w=560&h=315]
Hope de Jack Johnson
En el capitulo 2: Un cuadro en The Landings, abre el camino a una nueva manera de encarar el Coaching, El Gato de Schroedinger del artista plastico Jumali. Se abre el camino místico expresionista.